Audio En Vivo

lunes, 1 de febrero de 2010

La Puya en el Ojo duele. ¡Toma papá!

LUIS PEREZ GUEVARA


El viernes 9 de octubre de 2009 arrancó la alegría del deporte rey en Venezuela: el béisbol. 252 partidos jugaron, en la ronda eliminatoria, los ocho equipos que participaron en la temporada de béisbol 209-2010. Por primera vez, dos de los juegos de la fase de clasificación se realizaron en el estadio base de los entrenamientos primaverales de Orioles de Baltimore, en la localidad de Fort Lauderdale, estado de Florida. Ocurrió los días 5 y 6 de diciembre y los contrincantes fueron Cardenales de Lara y Águilas del Zulia. Al final del cuento, Navegantes del Magallanes y Leones del Caracas se enfrentaron para dilucidar quien era el rey de nuestra pelota.

Y llegó el día esperado por toda Venezuela, por tercera vez se enfrentaban, en una final, los eternos rivales. En las dos confrontaciones anteriores los del Cabriales derrotaron a los de la capital, es decir que en series finales las cosas estaban 2-0 a favor del Magallanes.

Los días 21 y 22 de enero, en el José Bernardo Pérez de Valencia, Magallanes gano 9-0 y 12-10 los dos primeros encuentros, lo que presagiaba que la tercera sería también para los carabobeños. Y en toda Venezuela el “Magallanes será campeón” sonaba con una euforia indescriptible.



A la capital llegaron los turcos a matar la serie y ya en el 2do ining, del tercer juego, ganaban 3 a 1. Los parciales de los navegantes metían bulla la que disminuyó un poco en el cuarto ining cuando Caracas empato el juego. El silencio los invadió en el 7mo cuando los leones se fueron arriba 5 a 3 y le entregaron a Orber Moreno y Juan Carlos Gutiérrez la responsabilidad de acabar con eso, y los muchachos cumplieron a cabalidad.



El siguiente día, lunes 25, Magallanes, por cuarta vez en la serie, arrancó ganando y en el cuarto ining, parte de arriba, vencía 5 a 0, pero al final de la misma entrada, el Caracas descontó al hacer 2, Magallanes volvió a poner diferencia de 5, haciendo 2 mas en el 5to. Luego, vuelve al final del episodio, el Caracas a descontar al hacer 1 carrera. En el séptimo hizo otra y el score favorecía todavía al Magallanes 7-4. Sin embargo al final de 8vo, los Leones se acercaron al anotar en par de ocasiones para dejar el juego 7-6. Y llegó el noveno. Carlos García no quería dejar escapar la victoria y llamó, al mejor cerrador que tienen las grandes ligas y Venezuela, el “Kid” Rodríguez, para enfrentarlo a Gregor Blanco quien nunca se ha destacado como jonronero, pero esa noche; inolvidable para él, para el “Kid” y para los fanáticos de ambas novenas, la sacó por el jardín derecho para, dramáticamente, empatar el juego a 7. En el décimo, con dos a bordo, y ante la expulsión de Jesús Guzmán, emergió Jackson Melián, quien le enganchó un lanzamiento a Manuel Álvarez y le dió la victoria al Caracas empatando así la serie a dos victorias por lado.



En el quinto juego se demostró que un picher para ganar no necesita lanzar por encima de las 96 millas. Lo que requiere es colocación de sus picheos, inteligencia y que la zona del umpire sea bastante amplia. Por segunda vez, el cubano Raúl Valdés, cuyos lanzamientos rondan las 80 millas por hora, exagerando un poco, le metió 9 ceros al Caracas. El chalequeo por la arepas volvió al tapete y las esperanzas de derrotar al Caracas en una final reverdecieron en los turcos, ya que la serie estaba ahora 3-2 a favor del Magallanes y, como para darle mayor emoción al asunto, los dos juegos restantes serian en su hogar. No hubo un “científico” de esos que proliferan en nuestro país que no diera por muertos a los leones, pero la pelota es redonda y los juegos se ganan es en el terreno no sobre una mesa o una cuartilla de papel.



Así en el sexto juego se vio algo que no había sucedido hasta ahora en la serie: los Leones arrancaron adelante y los jugadores Carlos Maldonado y José Celestino López la sacaron consecutivamente del parque y, en el cuarto ining ganaban 5 a 0. En el 6to los felinos hicieron una más y ya la acciones estaban 6 carreras a 0. El tiempo corría y Gustavo Chacín les hacia ver a los magallaneros que a él no le iban a ganar ese día. En el octavo ining, frente a Darwin Cubillán, el Magallanes hizo una carrera y en el noveno, anotaron dos frente al dominicano Julio Mañón para que el juego finalizara 6 a 3 a favor de los consentidos Leones. Con este resultado se volvía a empatar la serie ahora a 3, y forzaba al 7mo.





Y llegó la noche que muchos no quisieran recordar jamás, meintras otros piden a gritos que se repita. Se monto un show de helicóptero y todo, que trajo al salvador del Magallanes: Pablo Sandoval, que más que un hecho deportivo aquello parecía carnavalesco, la elección de una reina de los carnavales turísticos de Caro Herrado, por ejemplo. También llegaron, pero por vía terrestre: Carlos Guillen y Andrés Eloy Blanco. El manager quería tener toda su tropa para este juego. Las cavas con el champagne también hicieron acto de presencia y en el dogout magallanero ocupaban un gran espacio. En las tribunas, las urnas se podían contar por miles. Y por fin, después un largo protocolo, comenzó el encuentro. En el mismo primer ining, el Caracas le dijo al Magallanes y a sus seguidores que venían a ganarles el campeonato en su propia casa. Allí hicieron 4 carreras, destacándose el 2do jonrón, de la serie, para Gregor Blanco. Rápidamente, en el acto siguiente, Magallanes ripostó y anotaron par de veces para colocar el juego 4 a 2, scor que se mantuvo hasta el 8v0 cuando Caracas hizo otra, para alejar aun más las esperanzas de unos fanáticos que, en profundo silencio, veían como el lanzador Jeison Standrige iba destornillando las clavijas de una nave y cuya tripulación, ante el hundiendo de la barcaza, tampoco podía lanzarse al agua porque unos leones hambrientos esperaban por ellos.



En el noveno se marchitaron las rosas de aquella esperanza cuando los Leones hicieron dos carreras más para llegar cómodos y curarse en salud por si acaso una reacción cadavérica del enemigo. David Huggens llamó a su cerrador estrella, Juan Carlos Gutiérrez, quien obligó, al poeta del Magallanes, Andrés Eloy Blanco, a dar un roling por predios de la segunda base, el cual aceptó muy bien José Celestino López y en combinación con Jesús Guzmán acallaron todas las voces magallaneras en el estadium y en el país. Había terminado el juego, se concretaba así el décimo séptimo campeonato para los Leones del Caracas, el primero ante sus eternos rivales, y la mejor demostración que solo es campeón el que sale victorioso del terreno de juego y que quien nunca baja la cabeza ante la adversidad siempre tendrá chance de ser un vencedor. Mientras el silencio arropaba a los seguidores de la nave, que incrédulos iban abandonando las instalaciones del estadium, nadie se acordaba ya de Pablo Sandoval y compañía, y el champán amaneció intacto en las cavas. Los tabacos, velas, velones y santos brillaban debajo de las tribunas. Ya no sonaba “Magallanes será campeón”, ahora se escuchaba con la misma euforia de aquel otro tema, “Se hunde el barco” y los caraquistas, riendo gritaban ¡Toma Papá”. Al final entendí para que tanta urna. Esa nave era muy grande y en una sola no cabía. Todavía a esta hora no han terminado de desarmarla. Otro día será. Liguemos porque en la 2010-2011 se vuelvan a medir estas dos novenas que sin lugar a dudas son las que mueven las fibras de la pasión beisbolística en nuestra tierra.